Words don´t come easy

lunes, 20 de abril de 2020

Para qué vamos a hablar


PARA QUÉ VAMOS A HABLAR

POR: ROSSEMARIE CABALLERO

para qué vamos a hablar
de cosas que ya no existen…
Daniel Toro

 
le pegué a mi sobrina
no recuerdes más
le pegué a mi sobrina y me arrepiento
todas las tías pegan a sus sobrinas, todas,
de una cachetada o de un chinelazo
pero yo la pegué –insiste
no
lo vuelvas a decir, ya es tarde, acostate
-dice la vecina-
hoy no vendrá
es que le pegué a mi sobrina
el zarpazo cruzó como un sable de sangre
reblandecido por odio y furia
cayó de la nada, de arriba, de donde se cuelgan
las arañas
las arañas han hecho su nido en tus pantorrillas
¿no tienes quién te cuide?
te tengo a vos
pero no soy tu sobrina, soy tu vecina
no eres mi sobrina pero mi hija
vos que escribiste poemas a la madre, ¿tienes hijos?
¿sufres por ellos?
pará, no soy tu hija ni tu sobrina y no tengo hijos.

sábado, 18 de abril de 2020

Semillas de urucú. Poema de Rossemarie Caballero


Semillas de Urucú - Poema de Rosse Marie Caballero
Poema de Rossemarie Caballero
Colección #semilasdeurucú
Cinemagrafía: Caribrú
Modelo: Lía Alterego Artista
#germinandoideas #mujeresenelarte

Ver menos
Lengua de Urucú, colectivo

https://www.facebook.com/LenguaDeUrucu/videos/210563900233297/

Cuentos en tiempos de coronavirus


Dos cuentos preciosos de la autora
Les presentamos "Cuentos breves en tiempos de coronavirus". La autora de hoy, Rossemarie Caballero nos comparte dos relato para leer en casa.

domingo, 22 de mayo de 2016

A Carlos Rimassa In Memoriam



Tu ausencia ocupa demasiado espacio
A Carlos Rimassa  In Memoriam

-¿Qué estás leyendo?, era la pregunta clásica de Chaly, e inmediatamente compartía sus apreciaciones sobre el libro, porque si hay alguien que se ha leído más de 20.000 libros en Bolivia es Carlos Rimassa. Yo me preguntaba en qué tiempo leía tanto y aspiraba a poder llegar a su edad, con su vastedad, un anhelo utópico por supuesto, porque la vida de Chaly es inimitable e infinita.
Había leído de él en Revista Kanata, pero recién a inicios de siglo nos presentó el escritor Freddy Ayala en el café Kivon de la Heroínas en Cochabamba. Yo acababa de regresar de Europa y le resultó espantoso que una chica llegada de Paris vistiera  de la manera que parecía una “profesora de inglés” - palabras textuales del artista-. El vestuario y la producción eran importantes para Chaly, tanto que me sugería vestir como las estrellas de cine; por su parte, él solía usar camisas de discretos colores, pantalones y zapatos bien cuidados y, debido al frescor cochabambino, una infaltable chaqueta. Me contó que fue director de teatro y puso en escena, entre otras obras, La cantante calva, del teatro del absurdo que yo adoraba. Nos hicimos bien amigos, tanto que me decía que yo era su única amiga y él fue mi mejor amigo y consejero,  además de ilustrador de portadas de varios de mis libros; pero, la noche del pasado martes17 de mayo, a consecuencia de un malhadado accidente en la Av. Villazón de la ciudad donde residía con su familia, a los 82 años de edad nos dijo adiós.
Numerosas voces se han pronunciado rindiendo homenaje al artista reconocido a nivel mundial por su obra pictórica, su pensamiento y su poesía. Un artista que profundizó en el paisaje y lo sintetizó para descubrírnoslo. La madurez del lenguaje plástico de Rimassa, se aprecia en la transición del paisaje externo como referencia a un paisaje interno y subjetivo. Viendo su obra en global encontramos el hilo conductor que une las etapas del artista en una lógica interna de su arte. Rimassa no solo pintaba, sino sobre todo leía, y desde la nostalgia y su reflexión existencialista  escribía poesía,  veamos el poema 32 de su libro Perfil de un tiempo (2009):
Hay días
que no creo en nadie ni nada
ni siquiera en los pasos
para llegar a un vaso de agua
miro por la ventana
y veo árboles que añaden
sombras a las sombras
las emociones fueron cayendo
a lo largo de la vida
y cuando abro la puerta
el atardecer cae sobre mí.
Roberto Laserna en su muro de Facebook resume el sentimiento compartido por quienes los conocimos en persona: “No puedo, no quiero confirmar si es verdad que Carlos Rimassa ha muerto (sic). No quiero saber que se llevara sus colores y su enorme creatividad. No quiero aceptar que esa gran obra que deja en pintura, acuarela, poesía, cuento y teatro no tendrá más la compañía de su sonrisa irónica y sus comentarios, a veces mordaces pero siempre precisos. No quiero que me digan que se lo llevó un accidente de tránsito. No quiero empezar a pedir que le otorguen un sitio de honor en el cementerio, un homenaje póstumo, el nombre de una calle. No quiero hacerlo porque lo que él merece es seguir viviendo. No quiero llorar su ausencia, pero aquí estoy, haciendo eso, Chaly, escuchando esas llamadas que confirman que ya sólo tenemos tus colores para consolarnos”.

Teorías afirman que la muerte no es el final de todo, la muerte no es más que otra transformación, que hermosas flores retoñan pero eventualmente mueren, como las estrellas todo muere, y hasta algo como este universo. La vida del hombre es tan efímera como un abrir y cerrar y abrir de ojos, todos caemos en el sueño transitorio llamado muerte. Por supuesto que no celebramos la muerte, pero es inevitable para pasar a otra vida, y lo que queda por celebrar es la vida de Carlos “Chaly” Rimassa.

La poetisa Rosario Arzabe asoma a su semblanza: Él nació al final del arco iris y cada día de su vida fue un tesoro que se brindó en forma de arte, de pintura...de poesía, de un amor de tantos quilates...que generosamente se repartió en casa, en sus aulas, entre sus niños, en la calle, al tomar los pinceles y desbordar su alma de colores y prolíficos lienzos.
Él fue un canto a la vida, un espectro solar y gotas de lluvia en el cielo. Un ser de luz, un pacto de paz, un peregrino en el que encontramos el valor mayor, el amor, la pasión y la libertad de ser un legado familiar, un patrimonio nacional, un habitante del cosmo, un maestro del arte de vivir y amar.
Por su parte, su sobrina Carol Komadina escribe “Lo que ha probado con su vida, es que ésta no tiene que tener la trayectoria de un arco, sino la de una línea que continúa ascendiendo hacía el infinito”. ¿En su casa? en su casa hay indescriptible vacío, como siente su hija Moira “Tu ausencia ocupa demasiado espacio”, frase que tomamos como título de la presente nota… Así, acogojados, retrotraemos a Jorge Manrique (1440- 1479) en un fragmento de su Coplas a la muerte de mi padre:
Recuerde el alma  dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;
cuán presto se va el placer,
cómo después de acordado
da dolor,
cómo a nuestro parescer,
cualquiera tiempo pasado
fué mejor.  (sic)
Carlos, el irreemplazable amigo, el artista, el poeta, el crítico recibió un sencillo homenaje en 2007, organizado por Taller de Creación Literaria Neruda y el impulso de don Guido Subieta, entonces gerente de la cooperativa Sarco. Ahora, desde la distancia no hacemos más que recordar y también llorar, no por su partida sino porque Cochabamba ya no podrá ser la misma sin su presencia, sin sus tertulias, sin su amistad. No fue mi padre, pero mi mentor. ¡Bendito seas, Chaly!
Tus obras viven, Descansa en Paz.
Rosse Marie Caballero Vega
Buenos Aires, otoño de 2016.

viernes, 4 de marzo de 2016

EL HILO DE PLATA DE ARIADNA

“Yo vi a una mujer que no recordaba bien, cara conocida que se me acercó”, dijo el Presidente Evo Morales.
Antes de los Carnavales del presente, a 10 años de Gobierno del MAS, se desató la hebra del hilo de plata del Mito de Ariadna que iluninará el camino hasta llegar al final del laberinto. El anhelado Proceso de Cambio parece haberse desportillado, dejando entrever negociados y delitos y poniendo en duda la “revolución democrática y cultural” . Desde la aparente falsedad del Primer mandatario que escondió a su hijo, quien supuestamente murió en el anonimato: "A la Gabriela Zapata la conocí en 2005, es verdad que fue mi pareja por dos o tres años, en 2007 tuvimos un bebé y lamentablemente por nuestra mala suerte ha fallecido", señalaba Morales; pasando por el cinismo del segundo hombre que, después de ostentar un falaz título profesional, muy suelto de cuerpo dice que no concluyó sus estudios en la UNAM por venir a preparar la lucha armada en Bolivia, hasta la ceguera de la población que todavía apoya a los pseudo intelectuales de lo indígena-originaria que viven con maneras copiadas de la burguesía.
El Presidente del Estado, ante tanta evidencia hecha pública por la prensa y redes sociales, se sintió presionado por aceptar que la UIF (Unidad de Investigación Financiera) investigue a la Sra. Gabriela Zapata Montaño(su expareja sentimental) por enriquecimiento ilícito. Cara conocida la vi y por eso me tomé fotos en el reciente 2015, aseguraba ante la opinión pública. Esta es la hebra que inició el conducto del hilo de plata a seguir, como Ariadna, la joven princesa que arriesgó su vida para reunirse secretamente con Teseo, le explicó con precisión cómo hacer para salir del laberinto, le entregó un ovillo de hilo y una pequeña espada. Lo que seguidamente queda por hacer es instruir la investigación por indicios de Falsedad material e ideológica, y otros, al Vicepresidente (su mejor secretario y confidente).
Así como llegó el día en que el rey Minos II ordenó que las víctimas fueran conducidas al laberinto, llegó la instructiva (aun de manera verbal) del Presidente " Si hay que investigar el tema de la riqueza que tiene (Gabriela Zapata) ahí está la Unidad de Investigación Financiera. Que investigue a quién sea", afirmó la autoridad. Si bien era una tarea de sumo cuidado y cautela, no le fue muy difícil a Teseo exterminar al Minotauro. Luego, junto con sus compañeros, siguieron el hilo conductor, atravesando los distintos, oscuros, solitarios y aprehensivos corredores, creyendo que Álvaro era leal.
"Nunca he sentido ambición personal en él. Nunca lo he sentido con la ambición de sacarlo a Evo. Desde el primer año, por redes sociales, por panfleto, nos quisieron enfrentar. Yo recuerdo que la Silvia Lazarte, cuando era presidenta de la Constituyente, me dijo: “Hermano Evo, cuídate, el Álvaro nos va a sacar de presidente”. “Cállate”, le dije. Ahí me inventé que somos un toro blanco y un toro negro, y como yunta trabajamos por Bolivia", decía de él Evo Morales.
¡Finalmente ante nuestros ojos: la luz que señaló la entrada! 
 
https://www.facebook.com/notes/rosse-marie-caballero/el-hilo-de-plata-de-ariadna/1112800412072877

domingo, 22 de noviembre de 2015

Yo soy María Iribarne

25
Rosse Marie Caballero Vega
YO SOY MARÍA IRIBARNE
I
Juan Pablo Castel, yo soy María Iribarne. La mujer que
mataste. En realidad no sé por qué me mataste si yo jamás
te di motivos para que te apoderaras de mí. Solo te dije que
yo también pensaba mucho en ti, pero la jodiste. Creíste
que por mirar tu ventanita en el cuadro aquel titulado algo
así como... Maternidad... Bueno, decía que por el hecho de
observar yo la ventanita _que obviamente me recordaba
la profunda soledad de mi alma_ tú tenías el derecho de
apoderarte de mí, de mis secretos, mis pensamientos, mis
silencios y hasta controlar las llamadas que entraban a mi
teléfono o especular el porqué de la puerta cerrada cuando
contestaba, etc. etc.
Hunter era primo de mi marido, no quise nombrar a mi
marido pero, ya que lo nombré, debo decirte que Allende
me amaba tanto... Me amó como al aire que respiraba y no
supo qué hacer conmigo. Se confundió al creer que yo le
pertenecía por haberme casado con él. Me casé porque yo era
imprescindible en su vida, o al menos eso era lo que él aseguraba.
Fui la mujer perfecta, según él, pero no supo cómo
tratarme. Me aprisionó en su mundo de sombras: lo oía y
percibía todo, respiraba mis sentimientos y me reprochaba
por no amarlo de la forma como él hubiera querido...
Bueno, te hablaba de Hunter... tal vez la única persona
que me supo comprender. El no fue mi amante como tú
creíste. Hay diferencia entre amar a alguien y ser sólo su
amante o amar a alguien y tener la oportunidad de expresarle
ese amor y llenarle de besos y guardar ese recuerdo
como un tesoro.
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La noche que tú apareciste en la estancia, yo leía un
poema y él me pintaba. Solía dibujar mi rostro cuando me
oía leer algunos de esos disparatados poemas que escribo
en mis noches de insomnio. Nos quedamos juntos, es
cierto, pero no como lo describes en “El Túnel”, al imaginar
fantasmas mientras observabas la ventana de su lecho.
Imaginaste, bien, pero deberías primero conversar con
nosotros, preguntarnos... bueno, estoy siendo frívola. Tú
actuaste guiado por tus impulsos. No te culpo, tenías tus
razones. Te exacerbó mi frialdad.
Ahora, después de leer tu novela2 sé cuánto me necesitaste
en aquellos días, creíste que yo era la mujer exacta
para ti, la que buscabas y ... qué ingenuo e iluso que sos
(te digo sos porque quiero hablarte en tu lengua). ¿Cómo
puedes pensar que existe alguien exacto para nosotros?
Digo nosotros porque los solitarios somos solitarios por esencia
y no hay otro que quiera acompañarnos porque dejaríamos
de ser solitarios y perderíamos la esencia, ¿comprendes?...
Solo existen sombras, sombras que me rodean
y son lo mejor que tengo. Perdona, pero llega Allende y
debo cortar.
1.2 Se refiere a ‘El Túnel’ de Ernesto Sábato
27
Rosse Marie Caballero Vega
II
¿Sabés?... Solo Allende se conformaría con lo que yo
le daba: Un rincón mudo en la casa. Le bastaba mi presencia,
mi olor de agua de lluvia, mi respiración mientras
yo planchaba o escribía en la máquina... ¿ves? A ti no te
habría bastado ello. Intentabas aprisionarme, tenerme a tu
lado, que yo te mire, que respire tu aire, que piense a tu
lado, que... lo más grave de todo, que te ame. ¿Cómo podía
amarte si no te conocía, o cómo podía amarte si te conocía
tanto? No hay excusa, solo tenía derecho a huir como el
agua de acequia, silenciosa y lenta en la oscuridad de la noche,
resbalando entre la arena y llevando conmigo alguna
hoja seca del otoño quebradizo.
No tuve el valor de decirte que no me buscaras más, no
pude. Quería y no quería verte, pero, sabía que nos estuve
engañando, a ti y a mí, porque lo nuestro no tenía sentido.
Jamás lo tuvo. Si me quedé aquella vez a contemplar tu
cuadro ―que era como mirar tus ojos― fue porque me encontré
a mí misma (yo también he sufrido mucho con esa
relación, tus dudas, tus celos, tus reproches...). Ahora que
estoy más segura, tengo el valor de decirte que ya no pienses
en mí. Me mataste, es cierto, pero sigues pensando
en mí y eso no me deja descansar en paz.
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III
No hay absolutamente ningún espacio para dedicártelo
sin que aparezcan también en mí esas sombras de las
que tú dudabas y que tanto te preocupaban. En tu mundo
veo tal vez más sombras de las que había en el mío. Celulares
que suenan a cada instante o que te vibran o te dejan
mensajes, y tú respondiendo mientras almuerzas, anotando
números, descifrando claves... Es un tormento no saber
qué sombras son esas y cómo son; si delgadas o gruesas,
negras o grises o rubias.
Hoy las cosas han dado un vuelco intempestivo. Me
percaté de que estoy enamorándome de ti y eso... no puede
ser. Tú estás vivo y yo estoy muerta. Aunque pienses que
en esa cárcel donde te encuentras te sientes muerto, yo aseguraría
que estás vivo y por mi parte aseguraría que yo
tampoco estoy muerta porque sufro y siento y pienso y me
duele empezar a quererte y saber que no podrá ser. No
podré tocarte ni besarte como tanto lo ansiabas. Por eso tengo
miedo y deseo escapar. No te llamo por teléfono porque
primero deseo saber si tú te interesas en mí, si me extrañas
y espero que suene el aparato, pero no me llamas porque
probablemente piensas que estoy muerta. Claro, como me
clavaste aquel afilado puñal en el vientre... seguramente
pensarás que estoy muerta. Parece que es evidente, porque
por alguna extraña razón mis amigos también creen que
estoy muerta y me llevan flores a la tumba y se ponen a
monologar largamente conmigo y a rezar.
29
Rosse Marie Caballero Vega
IV
¿Qué será el amor, no? ¿Será esa pequeña diferencia que
existe entre la vida y la muerte? Y yo que no soy perfecta
no podré superarlo, soy tan imperfecta que aún no he
aprendido a controlar mis emociones.
Aún en este suelo húmedo y tranquilo en el que me
enterraron siento emociones que tal vez por lo madura que
soy debería haber aprendido a contener, a superar... pero
aquí me veo luchando por sobrevivir a mi muerte y mantener
vivas mis sensaciones. Veo tu rostro, tus ojos, esa
pequeñísima figura que eres entre los puntos del universo,
pero que es el único que me podría salvar... y no lo hace.
Sácame de aquí, me asfixio, deseo conversar contigo,
solo contigo, nadie podría tener tu charla y tus palabras y...
lo que llamabas química, al explicar el porqué de las cosas.
Te llamé y me respondió tu contestador automático, me
dio el número de tu portable, pero desde aquí no salen las
llamadas a ese aparatito. Aquí no hay adelantos científicos
de vanguardia, como comprenderás.
Y tengo que soportar este castigo y fingir que soy amable
y bella y conversar y sonreír aceptando opiniones de
los que me rodean y tú, maldito Juan Pablo Castel, te haces
el del otro viernes y no me buscas. Ni por si acaso te imaginas
que no morí, que espero tu llamado, so bruto.
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V
Estoy fastidiada. Molesta de ser siempre yo la que tenga
que marcar tu número, que buscarte, que ceder, que ser
encantadora... la perfecta... idiota. ¿Y tú, qué? El macho, el
sabelotodo, el que decide dónde cenar y qué cenar y qué
ropa llevar puesta y cómo sonreír y ante quiénes y cómo.
Me cansé. Me cansé de tus aspiraciones de lograr la familia
ideal ante los amigos y ante tu parentela, la esposa perfecta,
sin mancha, sin pecado, sin pasado y sin futuro. Esa muñeca
hermosa y delgada y bien habillée. Sabés que siempre
fui lacónica, distante e incluso fría, lo cual te desesperaba y
te provocaba muchos dolores de cabeza de tanto especular
acerca de mi supuesta falsedad. Pues, ahora seré explícita:
estoy hastiada de tus exigencias y quiero liberarme, salir o
no salir, dormir o no dormir, hablarte o no hablarte y, solo
cuando yo quiera, lavarte la ropa o hacerte la cena.
Pero, como sé que no compartís mis ideas, y me decís
que los cafés son para los pitilleros, para los vagabundos
y para los que escriben, pues allá iré porque yo también
escribo, aunque tú jamás lo hubieras notado. Allá iré a leer
mis grafittis y a reír, y ya puedes ver con quién celebrar tus
viernes que me tienen podrida porque me cansé de jugar a
los dados y beber tus licores y bailar tus rancheras. ¡Quiero
tener paz y comenzar a vivir mi verdadera vida!
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Rosse Marie Caballero Vega
VI
Siempre fuiste un débil, un cobarde, un papanatas.
Borro papanatas. Tú fuiste el único que me amó tanto y por
tan poco tiempo. Borro cobarde. Fui una loca al entregarte
mi vida en aquel tiempo. Borro el punto y pongo una coma,
o quizás fuiste tú el loco al soñar en atraparme, al creer
que el amor podría dormir en tu cama eternamente sin
desgastarse. Fatuo, lo ahogaste. Te odio por tus malditos
celos, esa manía tuya de sospechar de la ventana abierta,
de las llamadas de teléfono, de las sombras de los árboles.
Te odio por haberme amado.
Ahora ya no sé si el amor existe. A veces me parece
que no, a veces que sí. A veces verdaderamente creo que el
amor es un impulso, a veces una urgencia. Allende pensaba
que los demás confundían mis impulsos con urgencias; él
jamás confundió nada entre nosotros. En cambio, ¿vos?
Cómo volaba desde mis sueños hasta tu cuerpo, cómo volabas
tú hasta mi alma para llenarla de besos y envolverla en
profundas crisis, en tesis de suicidios. No puedo creer que
lloré por tu insignificante boca, por esos ojos pequeños que
alumbraban mis noches, tus palabras que finalmente se las
llevó el viento, no recuerdo lo que me decías, pero imagino
que algo me habrías dicho que me hizo amarte. Sin embargo,
recuerdo que solía corregir tus errores de ortografía.
Son casi las seis y estoy esperando que mi teléfono
suene, tal vez esta noche tengamos un encuentro cercano
del tercer tipo.
32

VII
JPC (algunas veces te llamaré así, ok?), no quise decirte
que estuve casada con Allende porque pensé que tú y yo no
llegaríamos a nada. No había necesidad de hablar del asunto.
Ni te hubiera interesado. Veía tan lejos un acercamiento en
nuestro abismo que ni tendiendo puentes lograríamos conectar
nuestras islas. ¿Recuerdas que te escribí un mensaje que
decía “Yo también pienso en usted”? Ese fue el principio de nuestro
destino. ¿Por qué hice que Allende te entregara la carta?
Quise que supieras que yo no era libre para amarte, lo cual no
significaba de ningún modo que no quería amarte. Vos siempre
lo tenías todo planificado, ¿te acordás de tu proceder con
“método”? Pues ese método nihilista de despreciarlo todo te
falló. Constantemente te apoderabas de mis pensamientos,
de mis decisiones, y quisiste ser dueño de mi alma ―lo cual
es poco menos que imposible porque ni yo misma pude ni
puedo apoderarme de algo que no me pertenece.
Aquí también la espera es interminable. El tiempo es
anónimo y sepulcral. Me mandaste a este extraño paraje
sin previo aviso, sin darme tiempo de resolver algunos conflictos,
encargar mis libros, pagar al jardinero, planchar mi
ropa interior, escribir a Allende... Simplemente me obligaste
a conocer esta nueva realidad... ¿y ahora qué hago yo sin ti?
En este viaje se me han perdido algunas cosas. ¿Será que se
pierden las cosas que ya no sirven? Las pequeñas cosas importantes
quedan, como aquellos papeles de la inconclusa obra absurda...
¿la recuerdas?, aquella que comentamos mientras caminábamos
por la Avenida de los suicidas... Perdí tus fotografías, unos
libros de poesía y mis anotaciones. Tus cartas las guardó Allende,
pero no tuvo tiempo de traérmelas. Decidió seguirme ¿lo sabías?
Decidió cumplir el designio: “Hago mal a todos los que se me
acercan…”. Ahora vaga cerca de mí, sin poder reconocerme.
33
Rosse Marie Caballero Vega
VIII
¡Ah, otrora célebre pintor argentino! ¿Cómo puedes
dominar el pincel sobre el lienzo y no pudiste dominar tu
mano cuando se clavó en mí para quitarte la vida? Por si no
te diste cuenta, al matarme te quitaste la vida tú y a mí me
diste más sombra de la que tenía. Ahora ya no lloraré ni me
violentaré al no poder comprender ciertas cosas, a ciertas
personas, a ti. Ahora que lo veo todo, entiendo que nada
tiene verdadera importancia, mi espíritu navega por el universo
y puedo incluso acompañarte por donde vayas.
Una mañana muy presurosa, mi alma pasaba por una
galería y te vi. Estabas, como antes, exponiendo tu obra
junto a algún artista. Descubrí a un renovado JPC surrealista,
estabas flotando en el aire, pero no me viste. Entré
en el salón para mirar tus pinturas y tú nada. Parecía más
importante tu cuaderno de anotaciones que María Iribarne.
Busqué “Maternidad” pero no estaban ni el lienzo
ni la ventana. Lo habrás vendido, supongo. ¿O terminaste
destruyéndolo como a tantos otros cuadros?
¡Cómo has cambiado en estos años!
Creí que continuabas prisionero ¿o sólo habrás salido
eventualmente con un permiso especial del juez? Quise
preguntarte cómo habías llegado hasta ahí, pero te encontré
hablando con una muchacha blanca, de rostro pálido,
y pensé que ella también sería pintora igual que tú y su
conversación sería más amena que la mía, entonces decidí
marcharme dejándote un mensaje... no sé si lo leíste o no lo
percibiste; obvio, quizá la letra de los muertos no sea legible.
Quise invitarte un café, pero tú preferiste irte a beber con tus
amigos. Antes decías que sin mí no vivirías, ahí te veo ahora,
disfrutando de las cosas simples, muy bien acompañado. Yo
estoy demás. Lo mejor será volver a mi tumba.
34

IX
JPC, yo también te amé. La tarde cuando te conocí en
la galería, sentí un vértigo en el corazón. Te amé por tu
soledad. No fue compasión, no fue consolación. Fue identificación,
alma gemela errante. “Aquel amor anónimo que
yo había alimentado durante años de soledad”3 se había
concentrado en vos. En las penumbras quietas de mi habitación,
te soñaba, te imaginaba conversándome, mirándome,
contemplándonos. ¿Sabés lo fundamental que resulta la
contemplación para la pareja? En una mirada se entrega el
alma, se comunican las esencias, se solazan los cuerpos y
todo se torna mágico. ¿Conocés la paz del silencio?
Te esperaré, JPC... ¿dijimos 15 años? Pues serán 15 o
tal vez un poco más para darte tiempo a llegar. Fue un 9
de mayo. Han pasado ya tantos 9 de mayos y tú no vienes
todavía. Me enteré que una vez llegaste, te hospedaste en
un hotel (¿tal vez buscándome?), y... yo no fui. No pude
ir, estuve tres metros bajo tierra y no pude salir. Sí, la verdad
es que supe que habías llegado. Me ilusioné. Quise ir
a verte pero no pude.
Después de docenas de meses finalmente pude ir
a buscarte. Una amiga mía preguntó por tu número a la
Telefónica. Cómo olvidar lo que vivimos después. Tú
creíste que estabas con ella, pero en realidad estuviste conmigo...
Aquel paraje de los altos Pirineos, la luna, hermosa
luna redonda como mi vientre, esperando llenarse de tu
vida, de concebir tus ilusiones, y la luna, hermosa luna
redonda. Llegué a creer que tú eras el único hombre capaz
de amarme y comprenderme, el... no sé qué...
1.3 El Túnel, Ed. Cátedra.pg. 99
35
Rosse Marie Caballero Vega
X
Sin embargo, una noche ―después de tantas y tantas
transcurridas sin oírte, sin saber qué pensabas de mí―
finalmente esa carga que me pesó durante millones de
minutos, que cargué con dolor, que arrastré por doquier,
aquella noche la destruí; es decir, tú te encargaste de eliminarla...
poco a poco, con tu forma inconcebible de ser, con
tus broncas con todo el mundo. Y tenés razón, ¿qué podías
brindarme vos, un “pusilánime”, como te autodenominabas?
¿Cómo pude tenerte tantos años en mi espíritu, ocupando
un espacio en mi cerebro y en mi corazón?
Pues, ahora que te la pasás oyendo tangos y emborrachándote
en los burdeles del bajo, te merecés la gente
que te rodea, las cosas que te pasan, el destino que te has
forjado lejos de mí. Y yo también lo merezco. Merezco mis
desgracias y este castigo ocre en el que me has sepultado,
bien merecido lo tengo por haberte escuchado, mirado,
contestado a tus llamadas, escrito unas cartas, besado, desnudado,
amado, idolatrado.
Pero...caíste. Poco a poco te fuiste autoeliminando (te
quitaste la máscara de ingenuidad) y eso me libera de la
gran batalla que significó el haberte conocido. Adiós, Juan
Pablo Castel. Déjate ahora de pensar en mí, déjame descansar
en paz bajo estos equis metros de tierra que saben a
libertad. QEPD +.
¿Conversar? No, JPC, ¿de qué podríamos nosotros conversar
a estas alturas? Tú arriba, yo debajo. Tú tangible, yo intangible.
¡Ah, JPC! Me duelen tu testarudez, tu soberbia, y, lo
peor, tu derrota. ¿Pensaste, acaso, que ganarías algo al aniquilar
mis sueños? ¿Por algún minúsculo espacio del tiempo pudiste
acaso concebir la idea de exterminarme para encontrar la
felicidad? El amor, verdadero amor, no existe, ¿entendés?
36

Juan Pablo Castel, una quimera, un pensamiento, apenas
una posibilidad difuminada en el tiempo, estás tan
lejos... Apenas puedo percibir tu arrogancia a través de las
llamadas a la estancia. ¿Cómo irás a terminar? ¿Saldrás de
la cárcel o te quedarás en ella? Estoy segura de que en mi
próxima vida trataré de no toparme contigo, y espero que
tu otro yo tampoco se tope conmigo porque volveríamos a
escribir la misma “abominable comedia” que fue nuestra
historia. Hasta nunca, o siempre, da lo mismo. Amén.
Atentamente,
María
(Del libro Los vagidos del gato. Ed. La Hoguera, 2008. Bolivia)

sábado, 19 de septiembre de 2015

Enigmas de la esfinge. Cuento ganador de Rosse Marie Caballero



ENIGMAS DE LA ESFINGE
Por: Rosse Marie Caballero
Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
Reina, torre directa y peón ladino
Sobre lo negro y blanco del camino
Buscan y libran su batalla armada...
-Borges.


Con parsimonia selecciona las piezas. Sorteo, invocación del azar, ¿qué es la suerte? ¿Enigmas por descifrar? ¿Blancas o negras? ¿Borgesianas? - «No saben que la mano señalada del jugador gobierna su destino, no saben que un rigor adamantino sujeta su albedrío y su jornada »-.

Indomable. Maldita.

¿Cuál Esfinge eres?, ¿la egipcia, la asiria, la griega o la romana? ¿Cuál de esos animales fabulosos con cabeza, cuello y pecho de mujer, cuerpo y pies de león, y alas? ¿Cuál de esas criaturas enigmáticas, indescifrables y misteriosas?

2302 1 P4R

Acabo de reencontrarme, de reconocerme, en su espejo, en su agua, Narciso, en su fuente. Soy, tal vez la griega, pero soy más, soy multitud. Me habitan extraños seres que se disputan el derecho de decidir mi suerte en la partida interminable del ajedrez que empezó en aquel preciso instante que escuché su voz y miré su imponente figura. Parecía usted un príncipe, aunque sin capa azul y sin caballo blanco. Ardientes destellos nacidos en los cristales de las ventanas rebrillaban y se apagaban en los pastos verdes de mis sueños.

Cuando usted llama mi cuerpo siempre está, mi alma vaga. Una de mis almas me posee ahora, me domina, me manda a no contestar su llamado. A descolgar todos los teléfonos de la ciudad y que nadie diga que me conoce y que nadie mencione mi nombre, ninguno de mis nombres cuando usted llame. Esta vez quiero desconocerlo, desconectarlo de mi cerebro y no pensar que existe. Para mí usted ha muerto. Peón cuatro alfil dama.

Pero... la otra.

Esa otra.

Ella llega, me humilla, me castiga. Yo, la débil (y sin embargo tan fuerte) me dejo escarnecer por mi atrevimiento de creer en la utopía. “Como agua que chorrea por los muros de mi mente, como aguas reunidas, el día cae copioso y esplendente.”

¡Muere maldita!

0303 2 C3AR
Ella me devora, me encadena, me aplica el suplicio. La castradora. Me corta el clítoris. La dictadora, cruel, inmunda, opresora y sin embargo ruptora de cadenas a la vez, paradójica. Congela mis fibras, me encadena, me azota, me escarnece. Ella es superior. Me despierta, me baña, me acicala, me perfuma, me lleva de la blanca mano por praderas de ilusión. ¡NO! Esta es la otra, la que me recoge de las praderas para llevarme a casa. Me congela. Convierte en hielo las uñas de mis pies. Se ven hermosas, me dice, blancas, son nieve. Luego avanza por las plantas, las pantorrillas, los muslos, la pelvis... el pubis. Se detiene. Será una jornada agotadora. El pubis es algo serio. Tomará su tiempo. Las encrespadas madreselvas son escarcha. Abre los labios, los congela. Penetra. Se hace hielo. Sale. Cae la nieve. Ha llegado a los ovarios y estos resbalan en copitos blancos, transparentes, cristalinos, perlas de coral...

0303

Dura jornada. La prosaica escribe admoniciones. Instrucciones para no amar y no morir en el intento. No. No insista, señor, no saldré hoy. Estoy enovillada entre mis sábanas infinitas, arrebujadita, aterida, muriendo de frío. El frío de no tener su piel a mi lado. El frío de anoche que caló mis tuétanos. El frío de largas noches sin calor, sin luna en mi ventana, sin fluidos mágicos. No saldré, hoy, señor, no me espere. Peón tres dama.
Cambio y fuera.

Tal vez nos veamos en Europa. Iremos las dos (o las tres o todas, soy inconmensurable), ella prepara las valijas. Yo llevaré mi poesía, ella el razonamiento. Usted no irá. Usted me frustra. Me encandila y me deja apagarme sola, lánguidamente sola. Me derrito sola. Lamo mis heridas melancólica. Pero viene ella (la fuerte) y me acurruca, me lava, me limpia. Me cura. Soy nueva. Ella es la que me sana, no usted. Ella me ama. Usted me hiere, me daña. Quiere atraparme y me deja libre, quiere fundirse en mi sangre y uncirme a su yugo y me deja libre... ¡Qué ironía! Intento develar este misterio y pienso que no es libertad lo que quiere darme, sino desenfado. Estoy empezando a sospechar que bajo el manto de la libertad, usted lo que en realidad hace es dejarme libre porque no tiene tiempo para ocuparse de mis requerimientos. Es más fácil desenfadarse que ocuparse de nosotras.

1203 3 P4D

Siempre al cerrar sus ojos podrá usted tenerme, aunque al despertar yo no esté a su lado.
La lluvia.
Es bella. Quiero mojarme con ella. Lo amo a pesar del dolor que me causa. Yo sabré perdonarlo porque nunca volveremos a tocarnos. « Tú eres superior –soy superior-. Sigue
tu destino –sigo mi destino-. No desvíes –no desvío-. Te espera el camino - me espera el camino-».

«Respóndeme el martes. Hoy bajaré a los infiernos, pero tú, Doña Inés mía, respóndeme el martes». Y yo me río. Me río de haber llorado, de sus insultos, y mis carcajadas queman sus oídos: «grandísima puta, maldita», «maldito, h. de p.» y es igual, amor, amor. Y me río porque no me toca, porque sé que me ama y nada podrá tocarme. Sus látigos son palabras de impotencia, son siempre de amor desbordante. Y viene la castradora. Me mira con esa mirada suya inquisidora. ¡Soy una multitud! ¿Cuál eres? ¿Cuál de la maldita multitud? ¿A quién debo creerle? ¿Y eres virgen? nunca dejaste de serlo. No te entregaste. Eres límpida, impoluta, blanca, virgen, inmácula, casta. Y me pongo a gemir, a sonar la nariz y a hablar en voz ronca y entrecortada... ¿y usted llora también? ¿Por qué?,
¿porque no quiere perderme del modo como parece estar escrito?

Esta hoja seca de otoño soy yo... Cada nervadura
es mi otro, otro yo...
(una hoja de otoño)

1303

Ahora viene la otra. La que me quiere. Toma la gasa y la repasa en torno a la herida. Quita la sangre. Tira la gasa. Toma otra. Quita las manchas que aún quedan. Toma otra, la moja en alcohol y lentamente repasa la llaga. La estaca queda en medio del corazón, filosa, de madera fresca... Agonizaba. La niña recibió la estocada pero permaneció en pie. Al llegar a casa tomó pastillas para dormir y durmió, profundo, hasta el amanecer. Se levantó, como los líquenes de un río seco que se ha llenado de lluvia. Recogió las piezas del rompecabezas, rearmó su estrategia, lenta, cautelosa y salió, como siempre, al trabajo.

El conde aparece, insiste, vuelve a llamar, dice que me debe hablar. No contesto. El hombre persigue a la gacela bosque adentro, en la espesura. Los cerezos rojos, las fresas jugosas. Me hundo entre las ramas como una nadadora a través del aire verde de las hojas. El Centauro me persigue flecha en arco, apunta, dispara. Rojas cadenas pendientes de las estalactitas se balancean.

Me tiene. Me relame la herida. Retira cuidadosamente el arma de mis carnes. Resopla para evitar el ardor. Bullen los guerreros blancos y rojos. Me limpia, me desinfecta. Acaricia mi pelo, la cabeza. Toca mi corazón por los bordes. El centro está quebrantado, lo sutura, lo relame, me besa, me ama hasta dentro de mi alma. Mi espíritu se goza y quiere salir a volar. Pero me detengo. Nuevamente la herida lacera, sangra y usted me consuela.

«Descienden los pájaros, se descuelgan de la rama del arbusto, espían al caracol y perforan la cáscara contra una piedra. Lo picotean con furia hasta que del orificio mana un líquido viscoso. Alzan el vuelo y ascienden raudos en el aire, y lanzando agudas notas se posan en las ramas más altas y miran los floridos campos blancos con ondulantes céspedes. Y descienden con el mismo vuelo y ascienden raudos... »
Un círculo que gira infinitamente. Peón por peón.

Me humilla.

Hijo de puta con todas sus letras. He perdido mi mitad. Me partió el alma en dos, en mil. Y sale la otra, la fuerte. Recoge los pedazos que el viento esparció entre las hojas secas de otoño. Una a una las hojas quebradas. La sangre corre desorientada al recibir sus órdenes. Estoy hecha polvo. ¡No le sorprende, mas le maravilla! No puedo seguir este juego.

1403 4 CXP

La prosaica lo acepta, pero la poeta lo rechaza, le provoca náuseas. ¡Huele mal usted, señor Conde! La poeta lo acepta, pero la prosaica lo rechaza, no es parte de sus esquemas. ¿Luchará usted contra todo y contra todos, mas no contra el desdén y el desprecio? Lo humillo y, usted, baja la cerviz. Lo abandono. Huyo hacia el bosque de las hayas.

Ahá. Caballo tres alfil. ¿Ahora estamos?

1903

¿Vuelve usted para rendirse a mis pies? ¿Con qué derecho toca usted mi puerta y me propone un amor eterno entre los huecos de las sombras? ¿La otra? ¿La clandestina? ¿La que no sale a luz, la escondida... aquella alma en pena que debe ser sombra? ¡No! ¡Me rebelo! Ellas se rebelan, nos rebelamos. Ninguna acepta su propuesta. Sea usted conde o duque, pero no pretenda escondernos de las miradas y de la luz del sol. No me reviente el hígado. ¿Quiere también usted ser multitud?, practique la defensa siciliana y guarde cautela con la Variante del dragón, ésa es nuestra. ¡Cuidado con el jaque mate, señor!

2603

Está usted más lejos de lo que cree. Ha viajado millas o, quizá, he sido yo quien ha viajado. Lo cierto es que estamos tan lejos el uno de nosotras. Yo tuve que cargar con todas a cuestas. Una quiso quedarse a esperar el cansado paso suyo, pero, la más rebelde no lo permitió. Es más, quiso que voláramos para alejarnos lo más rápido posible; pero intervino la cordura y nos fuimos caminando lentamente, esperando si en algún recodo se nos unía usted y nos seguía la marcha, pero no fue así.

Usted se quedó o tal vez tomó otro rumbo que no es el nuestro, y ahí vamos por caminos distintos, persiguiendo el mismo sueño que, sin duda, jamás lo alcanzaremos porque estamos tan separados y el sueño es uno solo y ninguno sin el otro lo podría tomar porque... Decido: Caballo tres alfil rey, lamentablemente ése fue predestinado para nosotros, pero como cada cual sigue rumbos distintos... es un mito sisifal.

0404 5 C3AD

Anoche tuve un sueño surrealista. Lo vi entre las matas de los setos, junto a un gigante obelisco enhiesto esperando por mí. Tuve que llamar. No me salga con que son instintos reprimidos míos, yo pienso que son los suyos, con su falo venenoso clamando por mí. Y cedí. Consultando a Freud tuve que volver a llamar, no sin antes repensarlo cientoiún veces, no sin antes tramar una delgada contrición de ojo por ojo. Un filoso y puntiagudo sable tuvo que atravesar la mantequillosa esencia de su espíritu... Entonces, una vez efectuado el asalto, dejar mi alma reposar en el aroma de la paz indescriptible, inapreciable, infinita como una luna inmensa, inalcanzable e inconmensurable que da la calma de una trama consumada.

¡Ah!, el suspiro de alivio. Y usted, «cruel, masoquista, demoníaca», y yo, satisfecha. Me alegra su dolor, señor. ¿Cree usted que el ojo por ojo sabe a la más pura miel? Usted pensó que impunemente podía jugar con mis ansiedades, y le tocó sutilmente la cortadura que - ¡oh, fue sin quererlo! – le provoqué. Y su sangre ahora más roja que antes, brota y lava mis heridas. Es necesario una dosis de sangre suya para lavar en la misma proporción las heridas que me causan sus actos, señor conde. Como verá, sus palabras no serían nunca, aunque necesarias, suficientes para cubrir las laceraciones que me va dejando cada vez que me mancilla y el rosa de mi piel palidece bruscamente.

Y me río. Río a carcajadas. Río de placer, como una infalible terapia, hasta mostrar mi roja lengua entre las feroces fauces de leona.

0404

La otra se está zafando de la esclavitud en que usted nos tiene. Hay alguien que la quiere buscar y ella casi lo está permitiendo. Yo le doy la plena razón. Es más, también yo si pudiera me libraría de usted, pero creo pertinente continuar sujeta a su yugo mientras resista la amarra; en cambio, la otra es más transparente, más real. Ella se acicala frente al espejo para verse bella y salir al encuentro de aquél que la merodea. Yo, por el contrario, prefiero volar para conversar con usted. Sé que no me verá y no sabrá si estoy o no bella. Me ha dicho que mi voz le encanta y por ello, como las sirenas, continuaré cantando a la espera de que, maldito Ulises, sea tan fuerte que suelte las amarras que le sujetan al mástil, ¿cuál? No sé en realidad qué clase de mástil es aquel que lo separa de mí. ¿Mejores eyaculaciones?, le he preguntado, me ha respondido que no. ¿Amigos y alcohol? Dice, tal vez. Y, sin embargo, no le creo. He perdido la confianza en sus palabras, son roedoras, falsas, espejísticas, falaces, hechiceras, alucinadoras, fonémicas, anémicas, sólo aire. Peón tres caballo rey.

0404

¿Quién es aquella mujer triste y solitaria en el parque despoblado?, parece mi sombra. Pero yo estoy aquí, ella lejos. No puedo ser yo, puesto que yo estoy aquí, ella lejos. ¿Seré yo?, ¿será ella?, ¿quién es quién? ¿Seremos acaso un mismo espíritu fragmentado en dos cuerpos? ¿Seremos acaso sólo dos? ¿solas dos? ¿Seremos miles habitadas por el mismo espíritu? ¿Seremos solo habitadas o habitados? ¿O somos millones de habitadas y habitados, mujeres y hombres, billones de cuerpos desperdigados por el mundo poseídos por el mismo espíritu? o, definitivamente, ¿infinita materia en todo el universo calada por una sola soledad?

0604 6 P4A

¿Cómo está de salud, mi señor Conde? «¡Muerto, porque tú así lo has decidido!» Otra falaz y rapaz mentira de su boca a la que mi oído está acostumbrándose. Una boca, un oído. Un viento fuerte, una brisa, una espada, una gasa. Un rayo en mi cabeza, un puñal en su pecho. Una palabra, otra palabra. Un oído, una boca, su boca, mi oído, mi boca, su oído, mi boca, su boca, el beso.

Duele menos perdonarlo que perderlo.

0604

Ahora hundió con más saña su puñal en mis entrañas. Aliado con la hidra, usted me escarnece. Ahora soy yo contra todos ustedes: usted, la hidra, la hija de la hidra, la prosaica, la hija de la prosaica, y todas las multitudes que le habitan a usted me han atacado. En asalto de cobardía, aplacado por una pizca de hipocresía, usted ha redoblado los tambores de guerra y me ha desafiado. ¡Maravilloso! quien ama hiere, mata, aplasta a la víctima, y la víctima en su intento de jugar el rol de victimaria devuelve la partida. Otra vez el tablero se engalana y las piezas se alistan para el ataque-defensa-ataque. ¿Negras o blancas? Las tiene usted todas a su disposición, negras y blancas, aun fingirse racista, las tiene usted todas. Manipula sus extremidades, hurga sus intimidades, Donjuan del siglo veintiuno. Está usted donde quiere: galán de filmes prohibidos.

Mi pieza clave es el caballo. Con todo su esplendor y su astucia, el caballo arremete contra su dama. Ella, obviamente, mala dama de mal jugador, se doblega y retrocede después de haber provocado el primer golpe. La torre que impasible esperaba el retorno del rey, sale en defensa del hermoso y blanco caballo. Yo soy el blanco caballo, usted  tiene una dama negra, las piezas negras, y si usted de verdad es un buen jugador ganará la partida, con el mate del loco, si es que lo conoce, caso contrario perderá. Caballo tres alfil.

1104 7 A5C

Veneno. Música. Hay venenos que curan, hay músicas que son veneno. Vaho maligno que penetra por los poros y es música, hechiza. Le llamaré el martes, y estará seguramente usted molesto conmigo, como casi todos los martes, y así hasta el otro martes y todos los martes por los siglos de los siglos, hasta que la dosis que me aplica su voz me devuelva la inspiración de la poesía. La prosaica, por supuesto, lo olvida, mientras que yo intento olvidar y no lo logro. Es una posesión. Usted es yo, y yo soy usted. ¿Hasta cuándo? Hasta siempre. Porque sin usted mi poesía muere, sin usted, los días languidecen en el calendario y las noches se hacen más profundas y vacías. La oscuridad merodea en torno de mi cama vieja. Y sus palabras me hacen falta, los suspiros no brotan y mi poesía muere. Ella, por supuesto, lo ignora, ella, la prosaica, trabaja y se despereza de cuando en cuando, mientras yo finjo trabajar y finjo despreciarlo; pero no se aparta usted de mi memoria y lo traigo clavado en el centro de mi encéfalo –palabras suyas-, aclaro.

Anoche viví el amor entre sueños. Pero los sueños, sueños son. Cuando desperté sólo el cuervo de Poe me decía, nunca, nunca, nunca más... y sollocé al ritmo de nunca, nunca, nunca más. Pero, en el país del nunca jamás, Alicia, del país de las maravillas, se diminutiza y se introduce en el mundo de lo posible. Todo es posible, mi señor, incluso el olvido.

¿Un cigarrillo?

1104

Nuevamente el humo me atrae y creo que de pronto empieza a devolverme el sabor agridulce de las ciruelas... En mi jardín colores de pájaros revolotean, saltan entre las ramas frágiles de los arbustos. Los hay amarillos, grises, negros, blancos, pero usted destaca entre todos: rosado, como su piel aromática, como sus ojos brillantes, su boca que emana manantiales de trinos. «Niña desesperadamente impaciente. Cuando te tenga, te apretaré la garganta, como Ilia Eremburgh a su mujer», y yo me entregaré, como Ifigenia en el altar de los sacrificios, y la sangre brotará, roja, burbujeante, rica de calor y placer de morir entre sus manos. Y esta noche, cuando la luna empiece a esconderse de las miradas inoportunas, hablaremos, si usted me pide que lo llame, lo llamaré, porque soy obediente, y porque, además, quiero obedecerle en esto; hoy particularmente quiero obedecerle, no sé otro día, qué mandará la prosaica, pero, yo, que soy dueña de mí, le obedeceré. Cambio y fuera. Europa se aleja de nuestro itinerario. Bajó la arena en el reloj y se cumplió puntualmente la tradición mensual, ésa que a usted le molesta, ésa que entorpece sus planes, los de sembrar en mi vientre un óvulo fecundado para producir el excelso testimonio de su implacable inteligencia y mi supuesta belleza y finura, sus imperdonables celos y mi desesperada impaciencia, sus sórdidas expresiones idiomáticas y mi hechicera música, sus rebeldes neuronas y mi encantadora voz, y su raza de alcurnia y mis ojos seductores y mi fina boca, mis dientes, y su boca procaz y sus torpes mentiras. Y mis enigmas.

1104

Es una ignominiosa verdad... Esta jugada conduce a una complicación interesante... Aunque a veces se aconseja 7...., D2A. Mi cerebro maquina infinitas posibilidades de herirle y ninguna para salvarle. ¿Matarlo es lo que ansío? ¿Destruir a quien me da vida? ¿Cómo concebir la vida sin usted en mi futuro? Creo que sería imposible. « Vive, ahora » me soltó a volar. Alfil dos dama.

(1104)

Una de mis ‘ego sum’ se precipitó a la caza de algún cervatillo. Éste apareció indefenso al borde del precipicio. Entonces, las euménides nos replegamos en ella. Rodeamos al efébeo animalillo y todas al mismo tiempo lo devoramos sin lástima, como una comprobación de que subsistir se puede aun lejos de usted. El triste cervatillo sintió que el sacrificio en pro de la justicia es un acto de absoluto placer y alegría casi jaque mate!

Como era de suponer, la partida fue muy reñida y me parece que declaramos tablas. A recomenzar de nuevo. Tablas no es victoria ni derrota, o en parte sí, mitad victoria, mitad derrota, como usted, centauro, mitad hombre, mitad caballo, como yo, mitad mujer, mitad bestia, mitad amante, mitad odiante, mitad yo, mitad usted, mitad de mi mitad y mitad
de su mitad.

¡Hasta la próxima partida!

* Primer premio en el Concurso de Departamental de cuento
«Comteco orgullosamente nuestro», Cochabamba, Bolivia, 2006